Voces

Este artículo es una invitación a reconocer esas voces que seguimos —consciente o inconscientemente— y a recuperar la autenticidad que a veces queda escondida bajo expectativas ajenas.

Cada persona que llega a nuestra vida se convierte en conductora de un proceso de transformación. Ellos nos acompañan en momentos de claridad, en etapas de caos y en silencios donde creímos estar solos. Pero pocas veces nos preguntamos: ¿Qué de todo esto realmente viene de mí… y qué viene de ellos? Identificar las influencias externas nos coloca en perspectiva y nos permite entender por qué actuamos, pensamos o sentimos de cierta manera.

Cuestionar nuestro propio proceso es reconocer cuáles relaciones realmente nos nutren, cuáles nos enseñan a vernos con honestidad y cuáles nos impulsan a evolucionar.

A veces los días, y hasta los años, se nos pasan sin darnos cuenta de que nuestras relaciones hablan más de nosotros mismos que del otro. Pero no todas esas influencias nos representan ni todas están alineadas con la persona que estamos intentando ser. Evaluarlas es un acto de claridad, un recordatorio de que merecemos vínculos que acompañen nuestro crecimiento, no que lo limiten.

A veces nos aferramos a opiniones, comparaciones o expectativas solo por sentir que pertenecemos a un lugar. Sin embargo, no tenemos que anclarnos al proceso de alguien más. Tenemos derecho a crecer, a evolucionar y a explorar nuevas perspectivas. 

Reconocer quién suma.
Quién distorsiona.
Y quién, simplemente, no habla en el idioma de tu alma.

Cuando actuamos desde la conciencia, recuperamos el poder de decidir qué nos construye y qué no. La pregunta importante no es qué voces escuchas, sino cuáles sigues sin cuestionarlas.